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Pero este pueblo me abandonó
y no quiere volver a mí.
La gente de Jerusalén insiste en rechazarme;
prefiere a los dioses falsos,
y no quiere volver a mí,
que soy el Dios verdadero.
Los he escuchado con mucha atención,
pero no hay quien diga la verdad,
ni quien se arrepienta de su maldad.
¡Nadie admite que ha hecho mal!
Todos hacen lo que les da la gana,
¡parecen caballos fuera de control!
Hasta la cigüeña y la grulla
conocen las estaciones del año;
también la tórtola y la golondrina
saben cuándo ir a un lugar más cálido.
En cambio, este pueblo no me conoce
ni quiere obedecer mis leyes.

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